Cuento el episodio que me ocurrió con VODAFONE una vez que ha terminado. Por una vez, voy a ser protagonista de mi propio blog.
Contraté a finales del año 2010, los servicios de
telefonía movil con Vodafone. Dada la provisión de un teléfono diferente a la
contratado (junto con un dispositivo USB para su conexión a Internet que no
había requerido), procedí a la devolución de dichos elementos y a darme de baja
en Vodafone en febrero de 2011
A finales de 2011 me remitió VODAFONE dos
facturas por servicios supuestamente prestados de Internet y datos por un USB,
si bien no se me había prestado servicio alguno, cargos que rechacé por
indebidos (recordemos que me facilitaron el USB en 2010 sin pedirlo y no llegué
a usarlo).
Envié varios correos y emails a VODAFONE
informando del error incurrido al querérseme cobrar, aunque, se
siguió requiriéndoseme el pago.
Recibí varias llamadas telefónicas desde
dicha compañía, requiriéndome el pago de las dos facturas en cuestión bajo la amenaza
de que procederían a inscribirme en diferentes registros de morosos en caso de
no pagar las cantidades supuestamente adeudadas por mi parte.
Indebidamente accedí al pago de las dos facturas
que se reclamaban, si bien, interpuse una reclamación ante la Junta Arbitral de
Consumo, exponiendo esta situación y reclamando la devolución de lo pagado.
Tras interponer dicha reclamación a principios
del mes pasado, VODAFONE por su propia iniciativa, sin esperar a que la Junta Arbitral
decidiese sobre mi reclamación, ha procedido a devolver las cantidades que
pagué, esto es, el importe de las dos facturas, y un euro adicional (no se si
dicho euro extra se ha pagado para compensar las molestias causadas).
En esta historia, no tiene sentido que se haya que interponer una reclamación en consumo, cuando se había podido solventar la cuestión sin dicho trámite, sin embargo, ésta es la forma en la que actúan las compañías de telefonía móvil.
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